lunes, 9 de diciembre de 2013

El derecho a esas mañanas.

Suena el despertador, lo apaga impulsado por la inercia de todas las mañanas  que no hace más que recordarle que un día más debe cumplir con la rutina.

Una vez apagado...siempre y cuando su cama de matrimonio esté más llena que de costumbre, busca sin necesidad de abrir los ojos, ese olor a no tan pronto,a un ratito más... ese perfume que se renueva cada vez que ella ocupa su cama. Ni siquiera es necesario dejar de dormir esos 5 minutos posteriores a la alarma, son muchísimo mejores que unos cinco minutos habituales en los que sólo pospone ese salto tan amargo de la cama... 
Sabe que va a tener que despegarse en unos instantes pero tiene claro que ese día no va a ser como el resto, aunque haya dormido menos de lo que le hubiera gustado por escuchar sus insistentes vaciles, sus retumbantes sonrisas, sus planes de futuro, sus persistentes inseguridades ... ella tiene la certeza de que nunca va a percibir un movimiento de desesperación, ni siquiera de desinterés por parte de él. En su lugar, encuentra infinitas razones para no querer dormirse nunca y cruza los dedos para que no deje de acariciar su pelo hasta que suene la alarma. 

Así es como ella vive el despertar de él y como quiere seguir viviéndolo.












And After all you are my wonderwall.




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