El úlitmo pub

Sabes que estás buscando consuelo en la última copa cuando entras al que llaman el último pub. Ni siquiera te convence la música y lo que es todavía peor, odias la Mahou, y más si no has parado de ahogarte con la exquisitez de la Estrella Galicia. El caso es que lo haces, entras, te abres paso entre los cuerpos torpes que plagan la pista. Notas como de vez en cuando te rebotan miradas en la cara o en el camisero negro que tan cuidadosamente has escogido para salir a bailar para ti esa noche.

Sabes perfectamente que este viernes dueles...dueles cada vez que te ilusionas y por eso decides no hacerlo más. Sabes que odias que te digan lo que debes hacer "por tu bien". Sabes que harías que todo el mundo se tragase esos estúpidos consejos que no hacen más que distorsionar tu cabeza. Lo sabes antes de salir de casa, al arreglarte y pintarte los labios de roja frivolidad. Lo sabes cuando meneas las caderas embriagada de rabia con sed de libertad. Lo sabes en el último pub y a las cinco de la madrugada todo lo intenso se intensifica todavía más. Así que, te acercas a la barra y pides una Mahou, y cuando quieres darte cuenta te han dado las 9:30 de la mañana sonriendo.

Proyectando universos

Y son las personas con las que pasamos las horas
las que nos hacen brillar con luz propia.

Y son sus sonrisas el eco de lo que
proyectamos.

Esas personas que nos arrancan de la cama
invitándonos a crear magia en los días de lluvia.

Esas miradas que hacen que nos crezcan alas
sin levantar los pies del suelo.

Ese fenómeno tan "y de repente con un gesto haces luz".
Ése en el que me gusto porque me veo en sus sonrisas.

Que nadie lo entienda

Asombroso: que causa asombro.
Atrevidamente asombroso lo fácil que resulta escupir lo primero que se nos pasa por la cabeza.

Realidad: cosa que existe en el mundo real.
En dicha definición no veo por parte alguna el adjetivo única, exclusiva..., lo cuál quiere decir que no solo existe una realidad correcta. Es tan realidad una vida estructurada como una vida caótica.
Constantemente juzgamos realidades atribuyéndoles connotaciones negativas cuando distan de la nuestra. Constantemente nos creemos divinidades con superpoderes por rozar lo socialmente perfecto. Incansable e insistente, ambos terminados en mente pero con ausencia de ésta misma, nos subimos al estrado y nos sabemos jueces del tribunal supremo sin previamente habernos calzado los zapatos de los juzgados culpables.

La realidad oscila continuamente entre el equilibrio y el desequilibrio, la respiración y la asfixia, de tu ego a mi ego, del pienso luego existo al existo y ya si eso luego, muy luego, pienso. La realidad, esas ocho letras tan fantásticas. Tu, su, vuestra realidad es probable que os funcione, pero no por ello ha de hacerlo para mí.