martes, 2 de enero de 2018

M.a.g.i.a

Una sonrisa que incendie, una mirada que duela sostener, unas manos que agarren, el olor que jamás olvidas, los susurros que acarician, los brazos que arropan...
Los sueños compartidos, los juegos de niños sin serlo, las canciones que se escuchan en bucle una y otra vez porque endulzan y te incitan a soñar. Las puestas de sol, los silencios que abrazan, las confesiones que sonrojan las mejillas, el hormigueo incrontrolable en el estómago, los besos edulcorados y hasta los castillos en el aire.
Los pies descalzos, la arena de la playa, las sábanas recién cambiadas, la lluvia en la ventana, los domingos de manta y sofá, el final de un libro de madrugada, un lunar sugerente, las pestañas largas en unos ojos profundos, un café con leche cucharada a cucharada, el pelo revuelto y las ideas en orden, el lugar al que siempre queremos volver una y otra vez sin importar el cómo y el cuándo.
 
A eso le llamo magia.

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