domingo, 25 de marzo de 2018

Cerrado por poesía

Duelen los recuerdos cuando intentamos olvidarlos porque es como si los volviesemos a vivir de nuevo pero deseando que no hubiesen pasado. Duelen las personas y sus palabras. Las que entran y las que salen, las que hacen ruido al irse y las que dejan silencio sin despedirse. Duelen los hechos y la ausencia de los mismos, los nudos de garganta cargados de impotencia por las quejas que nunca llegarás a dar porque tienes la certeza de que serán en vano. Sientes que hay melancolía cuando fijas tus ojos en lo que sientes y te invade una mezcla de paz y rabia a la vez. Duelen las canciones que  reviven historias, los olores que transportan a esa tarde en la que el viento nos rozaba la cara y nos ponía esa sonrisa de idiotas que en el fondo yo sabía que solo era circunstancial porque uno sabe cuando un cuento tiene final. Aún puedo saborear nuestras conversaciones de futuro que ni yo misma me creía, esos castillos en el aire en los que yo no era la princesa ni tú mi príncipe, esas nubes de colores que anunciaban tormenta y que yo no hacía más que silenciar. Duelen las camas compartidas en las que lo único compartido es el espacio y las sábanas frías. Duele escribir sabiendo que aún dueles y no porque me hagas falta sino porque cuando yo más me necesité más de lado me di. Llámale cobardía o infancia rota, esa que intenté pegar pedacito a pedacito durante estos 26 años con la esperanza de que viniera alguien y me armara de repente. Ese fue el error, esperar a alguien que con su magia me lamiera las heridas y me reconstruyera de nuevo, cuando es uno mismo quien debe reinventarse.
Duele el pecho de escribir con el corazón en la mano después de cuatro meses de ruidoso silencio. Duele el olvido porque es definitivo. Me duele leer a Cortázar  y a Borges porque me escupen romanticismo del bueno en la cara y porque me invitan a soñar con una realidad lejana a la que respiro. Yo duelo cuando no duermo, cuando me emborracho de ira y cuando odio esos días que no viví como quise. Yo duelo en cada canción que escucho y hago mía, en cada paisaje que me sumerge en mis dudas y en cada sonrisa que comparto.

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