jueves, 10 de abril de 2014

Háblame, cuéntame, déjame.

Háblame de lo que sientes cuando te ruborizas sin razón.
Háblame del paralizador miedo al fracaso, del dejar de hacer por el temor a.

Háblame de los sueños que no se recuerdan.
Háblame de lo que sucede cuando mezclas nostalgia y alcohol,
rabia y descontrol,
besos sin receptor,
y sábado con despertador...

Háblame de la fe en las personas, de la plenitud al creer en algo tangible.
Háblame de las miradas que se encuentran. 
Cuéntame lo que se esconde tras tu sonrisa imperfecta, tras tu constelación de pecas y tras tus dedos erosionados por los golpes de la ansiedad.

Déjame fantasear en el universo de tus pensamientos, en tus canciones favoritas y en los deseos dispersos de un diente de león.
Déjame emborracharte de dulzura, hacer que olvides las inseguridades copiosas y que te liberes del "querer hacer lo correcto" como forma de vida.
Deja que se muestre tu ingenuidad. Que la inocencia baje porque sea la experiencia quien suba.

Deja que los silencios ruidosos se conviertan en tranquilos. Que lo perenne del dolor se torne en caduco, y que lo utópico haga acto de presencia al menos en tus sueños.

Déjate ser tú.

And after all you are my wonderwall.


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